domingo, 8 de marzo de 2009

MENSAJE EN LA CEREMONIA LUCTUOSA DON FERNANDO GARCÍA ROEL EN EL TEC DE MONTERREY


Por Juan Fernando Perdomo (6 de Marzo de 2009)

“Nunca deja de brillar la llama de los que trascienden; mucho menos si derramaron Amor”

Buenas tardes.
Familia García Molina.
Distinguidos Asistentes.

Hace una semana a las 8 de la mañana recibí la llamada de un querido profesor del Tec quien me dio la noticia de que había fallecido Don Fernando García Roel.

Enseguida comencé a mandar correos electrónicos informando a los exalumnos que tengo en mi lista.

Inesperadamente recibí muchos correos con anécdotas del Ingeniero porque, es imposible imaginarse Don Fernando García Roel sin una historia.

Hoy, todos los que formamos la inmensa familia de estudiantes en la etapa de Don Fernando, ya sea como profesor o como Rector del Tec de Monterrey, tenemos a flor de piel una historia y un grato recuerdo, que deseamos sean recibidos con el mismo cariño por las generaciones que nos sucedieron.

Fernando García Roel, carismático y perfeccionista, junto con Laurita, su compañera y confidente, su esposa, lograron cautivar a generaciones de alumnos, consejeros, directivos, profesores y empleados.

Fue de una manera natural, con la intensidad de un enamorado de su profesión de ingeniero, la pasión por la educación y algo esencial que ahora es más difícil encontrar en nuestro país: Liderazgo enérgico, pero brindando la confianza a sus colaboradores, en los que descansaba sus proyectos.

La vida de Don Fernando está plena de vivencias que se transforman en leyendas a través del tiempo.

Pero, no es mentira que siempre fue puntual y comprometido con su responsabilidad de profesor; excepto, claro –siempre hay una excepción- la ocasión en la que arribó al mundo su primogénito, Fernando, en horario de clases. Para evitar que esto se repitiera, relatado por Laurita, el nacimiento de Héctor, su segundo hijo, fue debidamente programado para un hora que no interrumpiera su quehacer docente: A las 9 de la noche.

Era intenso en su labor como directivo.

Ninguno de los que participamos en actividades extraacadémicas podemos soslayar su presencia, como espectador, en la revista musical, el futbol americano, el concierto ensamble, el básquet bol, el teatro, los festivales de la canción o los eventos de los internos y siempre, al concluir la función, subía al escenario a saludar a los que habíamos participado, o entregaba diplomas, reconociendo en muchos, a hijos de sus exalumnos de la década de los 50´s.

En un evento así fue que estreché su mano por primera vez y de inmediato recordó el nombre de mi padre, y me pidió que lo saludara.

Es histórico hablar de su impresionante memoria, y yo lo pude constatar, pues recordaba a sus alumnos por su nombre y sus dos apellidos; pero también que guardaba las boletas de calificaciones aún pasados 30 o más años de que les había dado clase. Así una vez me dijo: Mira las calificaciones de tu papá cuando fue mi alumno, para que no te presuma que sacaba puros dieces.

Por ello, desde mi niñez, en mi casa escuchaba su nombre con familiaridad -de labios de mi papá- ligado siempre al nostálgico TEC, con historias añejas que me hicieron querer al TEC antes de conocerlo.

Pero si fue pleno con el alma mater, fue tanto o más comprometido con el crecimiento del Tec en el país empezando, no se porque razón, pero me lo imagino, en el estado de Sonora. Porque no hay coincidencias: Laurita Molina es Sonorense.

La forma en la que impulsó el crecimiento de las entonces llamadas unidades, con el respaldo de muchos Exatec, nos dio la oportunidad de recibirlo siempre, como un acontecimiento en el cual, siempre con inteligencia y humildad, dejaba más huellas en su andar, en su sueño de sembrar más y mejor educación para México, inspirado en la visión inicial de Don Eugenio Garza Sada.

En las ocasiones- que fueron varias- en que Laurita lo acompañaba, la motivación de las esposas de los consejeros se incrementaba y el resultado siempre fue positivo ganándose más compromiso con nuestro querido TEC.

Pero un día nos lo dijo: -Ya voy a retirarme. Ya me jubilo.
-¿Por qué?, le preguntamos.
Respondió: Es tiempo de que sangre nueva venga a multiplicar y consolidar lo que se ha iniciado.

Con discreción y con decoro, Don Fernando “pintó su raya” y, con sabiduría dejó los espacios para que nuevas generaciones siguieran construyendo sobre los cimientos que, con Don Eugenio Garza Laguera, Presidente de EISAC, y cientos de consejeros y socios activos, habían asentado en casi la mitad del país.

Pero Don Fernando si se equivocó. Aunque quiso establecer un espacio con el TEC, el TEC nunca se ha separado de él, porque el TEC somos todos nosotros, los alumnos, exalumnos, profesores, empleados, directivos y consejeros de todos los campus que le rendimos un homenaje en vida y, ahora, un reconocimiento en su partida física.

Queridísima Familia García Molina.
Laurita, Héctor…
Amigas y Amigos.

Se, estoy seguro, que esta ceremonia para Don Fernando, es un homenaje a los que llevan su sangre. A los que forman su círculo más cercano.

Especialmente a Laurita. Una mujer inteligente, llena de juventud y de emoción que jugó un papel más que importante, sustantivo en muchas de las acciones, proyectos y retos del Ing. García Roel.

Y es que pocas parejas, pocos matrimonios, han sostenido una relación de complicidad y coordinación; de cariño y admiración mutuo; de UNIDAD, como Don Fernando y Laurita.

Queremos manifestarles a ustedes y a todos sus familiares, que dentro de cada edificio, dentro de cada espacio del TEC de MONTERREY está y estará siempre la huella del Ingeniero García Roel.

Y hoy Laurita, tengo la respuesta más clara a la pregunta ¿Qué pasará? que hace 25 años nos hiciéramos, cuando se despedían del Campus Central de Veracruz, en donde la Biblioteca lleva el Nombre de nuestro ilustre ex rector. ¿Se recuerda, Laurita?

¿Qué pasará cuando todo termine? ¿Regresaré otra vez desde ahí, de otro estado, otra tierra y encontraré a mis amigos de aquí?

Lo que pasa es que estamos aquí: Sus alumnos, los consejeros, sus colaboradores, las personas que él formó, para decirles que les agradecemos los 40 años de vida dedicados al Tec de Monterrey, los 25 como Rector – y como el decía: No los sumes porque no da la cuenta- deseando que sepan que cada paso que dieron por los diferentes lugares de México, ahí está la presencia de Don Fernando y Laurita.

Y nunca, de verdad…, nunca, los dejaremos irse de ahí.

Dios los bendiga!

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