lunes, 5 de mayo de 2008

SÓLO AMA DE CASA… Y MAMÁ


No es la primera vez que oigo esto.

En otras circunstancias y tiempos el que una mujer dijera: “No, yo no trabajo. Solo soy Ama de casa”, podría parecer natural, pero ahora, en que se revalora a la mujer en nuestra sociedad, vemos con gran respeto ese papel.

Según la enciclopedia en Internet Wikipedia “Una ama de casa es considerada, en la cultura occidental tradicional, como la mujer que tiene como ocupación principal o exclusiva, el trabajo en el hogar con los quehaceres cotidianos como el cuidado de los hijos, la limpieza de la casa, la compra de víveres y otros artículos, la preparación de los alimentos, la administración parcial o total del presupuesto familiar, y un largo etcétera”.

¡Caray! ¡Y eso es: “no trabajo. Sólo soy ama de casa”!

Continúa la enciclopedia: “Normalmente este lugar lo ocupa la esposa de un matrimonio convencional compuesto por el hombre, la mujer y los hijos e hijas. Es normalmente un trabajo no remunerado, al menos de manera directa.”

Pero esta tradición, aceptada por muchos de nosotros, durante muchos años, representaba la ausencia de proyecto de vida y desarrollo profesional de la mujer para realizar, con excelencia, las labores de administradora de la gran empresa que es el hogar, sin contar con el respaldo de su propia familia en los quehaceres que, en la mayoría de los casos, cuando mucho, abarcaban a las demás mujeres de casa (hijas o madres), pero generalmente le quedaban como total responsabilidad.

Difícil para la mujer que quiere desarrollarse profesionalmente, sin perder el papel de mujer, madre y, por supuesto, de la parte de ama de casa que, cada día mas, pero insuficientemente, va compartiendo con hijos y marido.

Y seguramente no todas la mujeres quieren ser profesionistas o trabajar en una empresa; esa es una decisión que cada quien libremente debería de tener. El problema es que no siempre pueden. A veces los padres, otras los novios o maridos, no las dejan. Otras, la misma sociedad en su conjunto.

Cuando se casan, la pareja debe tener sus acuerdos pues, al perderse el balance y los objetivos de la familia, se puede perder también hasta la propia familia.

Pero regresemos a reconocer que todos somos cómplices de que la arraigada cultura de falta de respeto al valor del ama de casa, permanezca, pues hemos creado estereotipos de género, insisto, del cual somos todos responsables.

Cuando un bebé aparece en el hogar, se deciden los colores que deberá usar en función del sexo. Las niñas tendrán ropita color rosado, muñequitas y los orgullosos padres obsequiarán chocolates, algo delicado, para las amistades que los visiten. Pero si es varón, los verdes y azules serán los colores que priven, así como los puros en agradecimiento a los amigos, rodeando al pequeñín de carritos o juguetes… para hombres.

Entrada la adolescencia hay conductas establecidas para cada género. "Las mujeres no pueden tener la iniciativa... se ve mal"

Y, continuamos la etapa de estudios en donde todavía se escucha: “Su carrera es MMC (Mientras Me Caso)”, o que “estudie lo que quiera, si de todas formas se va a casar y no va a trabajar”, como si el desarrollo personal no pudiera ser una aspiración del género femenino.

Pero noto como, en cada graduación de las universidades a las que he asistido que, mayoritariamente, las mejores calificaciones las obtienen las mujeres.

Hay más sobre los estereotipos: Las Mujeres son dependientes, cálidas, emocionales, delicadas… Los hombres independientes, valientes, fuertes, decididos. Y reforzamos los antivalores con un: ¡Vieja el último! ¡No llores, pareces niña!

No estoy a favor de los extremos. No creo que deba decirse que la honradez, esfuerzo, compromiso, responsabilidad,… es cuestión de un género. Es, más bien, cuestión de cultura, de educación en casa y la capacidad de sobreponerse a esos estereotipos que han estado muy arraigados.

Estas condiciones no son iguales en todas las culturas ni sociedades, tienen sus diferencias, y algunas han logrado el balance del papel entre hombre y mujer, con valores que consolidan toda relación personal, inclusive dentro del mismo género, como el RESPETO. Y esto se trasmite a la familia, a los hijos.

La mujer es diferente al hombre. Somos distintos y mayormente podemos ser complementarios en muchísimas cosas. Una de ellas, tal vez negada por las más radicales feministas, es la maternidad-paternidad.

La mujer tiene esa capacidad que no puede –ni podrá tener un hombre- de gestar en su cuerpo la vida de un nuevo ser. Eso le hace gozar del sentimiento que, difícilmente, un hombre puede lograr: Sus hijos son carne de su carne.

Esta semana celebraremos a la más bella de todas las mujeres: A Mamá, y aunque muchas digan que no trabajan, que sólo son Amas de casa, lo que realmente nos están diciendo es que son todo a la vez: Administradoras, enfermeras,Psicólogas, maestras, cocineras,… Pero el sólo hecho de ser Madre, ya es una profesión, que inventó Dios, para la dicha de la humanidad y de la vida.

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