lunes, 17 de noviembre de 2008

SER INSTITUCIONAL



A medida que se acercan las próximas elecciones para diputado, gobernador, o Presidente de la República, los chismes, dimes y diretes, las declaraciones de los propios correligionarios y el fuego amigo, se recrudecen. Puede parecer incomprensible, pero así es el juego del Poder, hasta dentro de la misma casa.

Así podemos escuchar a miembros de un mismo partido político, de una iglesia, de una asociación, hacer crítica desmedida de sus líderes y de sus instituciones.

¿Es mala la crítica a la propia institución a la que perteneces?

Empecemos por el principio: Las instituciones han sido creadas por el hombre y buscan trascender más allá del individuo y sus proyectos personales. Se ha dicho, y dicho bien, que el individuo desaparece, pero mientras tanto, las instituciones prevalecen.

Las instituciones no son un lugar. No ocupan un espacio. Entonces ¿Qué son?
La palabra Institución tiene origen etimológico en institutio, en latín: Educación.

En el libro Principios de Ciencias Políticas, Pablo Lucas Verdú, Doctor en Derecho por las Universidades de Madrid y Bolonia, expone la definición de Institución como “la consolidación permanente, uniforme y sistemática de usos, conductas e ideas con medios e instrumentos que aseguran su control y el cumplimiento de su función social".

De esta manera, las instituciones trascienden las voluntades de los propios individuos que las forman para identificarse con la misión que ellos mismos establecieron, teóricamente para lograr un bien social.

Las instituciones no fracasan. Fracasan quienes hacen uso indebido de ellas, las manipulan y desvían sus objetivos para satisfacer sus propios intereses.

¿Qué implica SER INSTITUCIONAL?
No debe representar más esfuerzo que el anteponer los intereses, objetivos, programas, anhelos,… de la institución, a los personales.

O sea que, ¿Si la institución cambia de rumbo u objetivos, debo de señalar públicamente sus errores?

Aquí es donde se generan las divergencias:
Existen personas que han impulsado la creación de instituciones y, al transcurrir el tiempo, se aferran de tal manera a ellas, que trastocan sus fines para mantenerse en el liderazgo, a la cabeza de las mismas, rompiendo inclusive con los estatutos, normas, reglamentos,… de la propia institución.

Y por ambición, muchos buscan dirigir los destinos de una institución para tener el poder, el dinero o ambas cosas, que les da el privilegio de encabezarlas.

Pero creo que aquí hay que apuntar que una “institución” que nació para beneficio personal de sus creadores,… ¡No es una verdadera institución!
Esto va en contra de la definición y de las características mencionadas.

¿Qué sucede cuándo una institución es víctima del egoísmo y manipulación sus propios miembros? ¿Qué pasa cuando en una familia- que es una institución con un fin claro y objetivos de bien común- los miembros la critican públicamente y la destrozan con sus quejas y actitudes?
Lo mismo sucede con los partidos políticos, las iglesias y las organizaciones institucionales.

He leído: “Cuando trabajes para alguien o para alguna institución, séle leal, fiel y respetuoso mientras permanezcas ahí” para que logres portar, con orgullo, el nombre de miembro o parte de esa familia.

La ropa sucia se lava en casa, dice el refrán. Esto es, que las críticas y quejas se deben manejar dentro de la propia institución, no andar regando por todos lados los defectos de los líderes o directivos de la institución.

Pero si la institución cambia de rumbo; si los que la encabezan la llevan a otros derroteros, primero, lucha por recuperar la misión que dio motivo a la institución; Más, si no lo logras, no hables mal de ella ni de sus líderes mientras estés dentro de ella… mejor decide dejarla, pues no sólo la estarás desprestigiando sino que quedarás en evidencia que no eres capaz ni de defenderla y, en cambio, si permaneces como parte de una organización que perdió rumbo, que está corrupta, tu eres parte de esa corrupción.

¡Que difícil es ser Institucional! ¡Qué difícil aguantar los embates de los intereses egoístas! Pero, si sabes perdida a esa institución, mejor considera retirarte y formar parte de otra más congruente, o crear una que recupere la misión para el proyecto continúe.

Pon atención. ¡Fíjate bien como ciertos partidos políticos, organizaciones sociales, asociaciones, gobiernos, dejan de cumplir con su objetivo de beneficio colectivo, para satisfacer a los deseos de gente sin escrúpulos y en busca del poder por el poder! Destruyen así la institución que representan.

Esas instituciones, ya están podridas y, difícilmente se salvarán.

Por eso: Bienvenidas las instituciones que cumplen con su misión, por pocas que sean. ¡Bienvenidas!

Así como sus miembros que las saben defender y enaltecer.

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